Desde que volvimos de vacaciones, Will, "E" y yo tratamos de quedar un día para contarnos que tal el verano y esas cosas de vecinos molones que nosotros hacemos, pero no había manera de poner fecha y hora.
Hace unos días al volver a mi castillo de 50 metros escasos encontré las 3 puertas de mi descansillo abiertas de par en par. Nos habían robado a los 3.
Dentro de los apartamentos se había montado un expolio tal que tardé dos horas en encontrar la cajonera de mi mesilla bajo aquella montaña de cosas que parecía Zara en rebajas. No quedó ni una braga en su sitio.
Así que gracias a esos hijos de una hiena por darme la oportunidad de hacer limpieza y sobre todo por encontrar aquellas bolas chinas fluorescentes que "L" me regaló hace años, tenía olvidadas y ahora coronaban aquella montaña para que todo el mundo incluida mi casera, mis vecinos y la guardia civil pudieran apreciar con todo su esplendor antes de que viniera la policía científica. Puede que las necesite a partir de hoy para relajarme.
A la una de la madrugada estábamos los tres en silencio ocupando una sórdida sala de espera del cuartel poniendo la denuncia.
Solo se me ocurrió decir -"Lo que me ha costado que nos juntemos todos, oye".
(RISAS)
Tengo que hacer mención de honor a mi santo padre que se cruzó media España en coche para venir al rescate y a mi vecino nuevo del segundo que resulta ser Guardia Civil y se encargó de todo cuando me encontró en el portal con mi "parraque". Debe trabajar de incógnito porque no le había visto en mi vida.